viernes, 8 de diciembre de 2017

La muralla, orgullo de un pueblo

El 30 de noviembre del año 2000 la muralla de Lugo fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Se cumplen ahora 17 años de aquel día histórico para Lugo y los lucenses; 17 años después, estamos igual de orgullosos de nuestro monumento más representativo. Como lucense me identifico con la muralla, con mi muralla, porque todos sentimos que forma parte, de una u otra forma, de nuestras vidas. La ciudad de Lugo no tendría sentido sin ella, porque la vida de los vecinos ha transcurrido siempre vinculada a la fortificación, que siglo tras siglo sigue siendo testigo directo de la evolución de la ciudad. La declaración de la Unesco hace 17 años supuso un antes y un después para la muralla, ya que se potenció su conservación; y para la ciudad y la provincia de Lugo, ya que favoreció el crecimiento del turismo, que aumento de forma exponencial desde la declaración. Los trámites para lograrlo se iniciaron siendo alcalde de la ciudad mi compañero del Partido Popular, Joaquín García Díez. No puedo sentirme más orgulloso de haber formado parte de aquella corporación municipal que dio los primeros pasos para lograr este importante hito para la ciudad. Ahora, que viajo con frecuencia, recomiendo con orgullo a todo el mundo que visite Lugo y su muralla, la única del mundo que se conserva entera. Recomiendo que caminen sobre ella, que disfruten de sus torres, de sus vistas, de su belleza… igual que yo lo sigo haciéndolo año tras año. Junto a la muralla, la provincia de Lugo cuenta con otros muchos encantos naturales e históricos, algunos de ellos ya reconocidos a nivel mundial: la Catedral de Lugo, la de Mondoñedo o el Camino Primitivo y otros como la Ribeira Sacra que, por su belleza, estoy convencido de que tendrán el reconocimiento más pronto que tarde. Es deber de todos conservar nuestros monumentos, nuestra tradición, nuestra historia, nuestras señas de identidad como pueblo. Pero también es nuestro deber disfrutar de ellos y potenciarlos. La muralla envuelve a Lugo, arropa a sus gente, atrapa a los visitantes… es sin duda nuestro símbolo de identidad. Es un ejemplo de la grandeza de la ciudad y la grandeza de sus gentes.

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