lunes, 28 de noviembre de 2016

Recuerdo a una amiga

Me gustaría no tener que hacerlo, pero hoy quiero que estas líneas sirvan de recuerdo a una amiga. Esta semana hemos tenido que despedirnos de nuestra compañera Rita Barberá; para mí era más que eso, era una amiga, una gran persona y una política decente. A su funeral no hemos ido políticos, hemos ido amigos; no ha sido una representación protocolaria, sino la despedida de una amiga a la que aprecias. Rita conquistó cinco mayorías absolutas y fue alcaldesa durante 24 años. Cambió una ciudad por completo, reinventó Valencia, de ahí las muestras de afecto póstumas que le han trasladado miles y miles de valencianos. No sé si su infarto fue consecuencia directa de la presión a la que estaba siendo sometida, pero sí sé que estos últimos meses Rita Barberá sufrió mucho. Como amigo y como político espero que su muerte nos sirva para reflexionar; no es momento de repartir culpas, pero sí hacer una reflexión social e individual. En mi opinión, partidos y medios de comunicación debemos plantearnos cuáles son los límites y lo acertado de establecer veredictos de culpabilidad anticipados. Rita Barberá ha muerto sin ni siquiera recibir un suplicatorio de procesamiento, inmersa en proceso judicial y víctima del acoso mediático. La crítica y la labor de información de los medios son imprescindibles en democracia, pero debemos plantearnos si algunos formatos, sobre todo televisivos, no están transformando la información en circo y desinformando al aportar una visión sesgada y tremendista. Morbo no es periodismo. La protección del honor y la presunción de inocencia son derechos de los que nadie puede ser privado, porque son la base de nuestro sistema de libertades. Debemos de hacer examen, todos, sobre la conveniencia de hacer juicios apriorísticos y precipitados, de juzgar antes de que lo hagan los tribunales. La opinión publicada condenó a Rita Barberá sin sentencia y la opinión pública se dejó llevar. Los políticos hemos de tener un comportamiento ejemplar, pero también derecho a la presunción de inocencia. Ahora sólo espero que estos últimos meses no tapen la buena reputación de una gran mujer y una gran política, con sus aciertos y sus errores, como todos.

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