miércoles, 10 de octubre de 2018

Las argucias antidemocráticas de Sánchez

Pedro Sánchez no deja de sorprendernos desde que ha llegado a la Moncloa y el problema es que todas las sorpresas son negativas. La última decisión de este Gobierno, además de sorprendente, es preocupante. Me refiero al hecho de que Sánchez y sus socios pretendan saltarse al Senado en el control de la senda de déficit. Lo han hecho a última hora, sin luz ni taquígrafos. Han presentado una enmienda que reforma la Ley de Estabilidad Presupuestaria a través de la Ley que se está tramitando en el marco del Pacto contra la Violencia de Género y esto es un fraude a los procedimientos parlamentarios. Es un abuso; una intromisión al poder Legislativo en toda regla; un desprecio a las decisiones de los ciudadanos, que en las urnas repartieron los escaños en ambas Cámaras. Nuestro sistema es bicameral, lo dice claramente al Constitución en su artículo 66.1. El problema del PSOE es que en el Senado el Partido Popular tiene mayoría absoluta y eso no les gusta ni les resulta conveniente para sus planes y los de sus aliados. Pero el PP no va a permitir este tipo de trampas, que no son ni éticas ni democráticas. Por eso hemos pedido a la Mesa del Congreso que no admita a trámite la enmienda presentada por el PSOE y, si es necesario, recurriremos ante el Tribunal Constitucional. La situación que ha planteado Pedro Sánchez es incompatible con las sentencias previas del TC, que establece que debe existir conexión entre las enmiendas y el texto enmendado y entre la violencia de género y la senda de déficit no existe conexión alguna. Ningún gobierno había utilizado antes esta argucia para eludir el control de una Cámara. No se puede engañar a la opinión pública hablando del veto del Senado, porque no existe tal veto. Hay muchos casos en los que es preceptivo el acuerdo entre las dos Cámaras y este es uno de ellos y, además, está plenamente justificado porque el objetivo de Estabilidad Presupuestaria afecta a las cuentas de las CCAA y el Senado es la Cámara de representación territorial. Sánchez pretende robarle al Senado las competencias que por ley le son propias y lo hace utilizando un atajo típico de regímenes autoritarios; burlando las reglas de juego del sistema bicameral y atacando a los orígenes mismos de la democracia y esto no se puede permitir.

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